La llegada no empieza en el aeropuerto, sino en el vuelo sobre la cordillera. No tuve suerte. Estaba en la silla del medio, entre la ventana y el pasillo y no vi la cordillera en frente. Cuando me he dado cuenta, ya estábamos sobre ella y, además, los cerros y montañas ya no tenían tanta niebla. ¿Quizá en la vuelta?
sexta-feira, 6 de novembro de 2009
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